Contracturas y sus efectos secundarios

AuthorJerónimo Mussini

El dolor muscular es uno de los motivos de consulta más frecuentes en la fisioterapia, siendo un síntoma presente en la mayoría los casos de cualquier tipo de afección músculo-esquelética.

A su vez, la mayor parte del dolor muscular no suele estar causado directamente por las disfunciones físicas, sino que es generado por las contracturas que se forman al distribuirse las tensiones corporales de forma anómala a causa de dichas disfunciones.

La contractura se caracteriza por tensión muscular sostenida, que no cede frente a la orden consciente de relajar el músculo. Si éstas perduran en el tiempo, se pueden desarrollar múltiples alteraciones corporales.

Causas y formación

Las principales causas de las contracturas son:

  • Posturas perjudiciales sostenidas: la tensión muscular se mantiene por más tiempo del debido.
  • Presencia de dolor: el dolor causa una reacción de tensión muscular involuntaria, formando la contractura.

Ambos motivos tienen como punto en común la tensión involuntaria de los músculos. Un esfuerzo muscular voluntario de gran magnitud también puede generar contracturas, aunque esto ocurre con menor frecuencia que las causas involuntarias.

Usualmente, las personas solo detectan una contractura frente a la presencia de dolor. Esto difiere cuando el individuo posee una sensibilidad mayor a lo usual, o ha realizado un trabajo previo para identificar tensión en la musculatura.

Persistencia en el tiempo

La tensión muscular no cede debido a una combinación de factores fisiológicos que actúan en conjunto, en lo que comúnmente se denomina “círculo vicioso de dolor–tensión”.

Como ya establecimos, frente a la presencia de dolor la musculatura tiende a tensarse de manera involuntaria. Así mismo, la tensión muscular sostenida por períodos prolongados también genera dolor, retroalimentándose entre sí y dificultando su desaparición.

Existen zonas del cuerpo donde las contracturas son frecuentes y de difícil resolución espontánea, llamadas puntos de dolor, dado que presentan mayor sensibilidad al dolor y menor flujo sanguíneo, factores que contribuyen a acentuar el círculo de dolor–tensión.

Efectos secundarios

Si bien el efecto más reconocido de las contracturas es el dolor, cuando éstas persisten en el tiempo pueden causar una variedad considerable de disfunciones y complicaciones asociadas, las cuales dependerán de la zona afectada.

Un ejemplo de esta dinámica son las contracturas sostenidas en la musculatura lumbar (espalda baja). Éstas causan entumecimiento y alteran la distribución de las fuerzas que atraviesan la columna, pudiendo ocasionar complicaciones como:

  • Problemas en las articulaciones vertebrales
  • Dolor y tensión ascendente hacia la zona dorsal (espalda alta) y cuello
  • Alteraciones en la marcha (la cintura pélvica y las caderas pierden movilidad)

Cada disfunción presente puede a su vez causar más complicaciones, generando una cadena de lesiones de mayor gravedad.

Aunque las contracturas siempre se pueden resolver a través del tratamiento, los daños estructurales causados por las disfunciones pueden con el tiempo llegar a ser irreversibles. Por esto se recomienda consultar frente a cualquier tipo de dolor muscular sostenido, a modo de prevenir el daño permanente.

Resolución y tratamiento

La permanencia de una contractura depende de la existencia del círculo de dolor–tensión. Por lo tanto si se logra detener o disminuir el dolor por suficiente tiempo, la contractura se resolverá.

La forma de tratamiento más frecuente son los relajantes musculares con analgésicos suaves, los cuales actúan sobre el dolor. En casos donde la respuesta a los fármacos es insatisfactoria, se suele aplicar electroterapia y ultrasonido.

Sin embargo, si las contracturas presentes tienen origen postural, éstas reincidirán indefinidamente hasta no solucionar dicha causa. Por ello es necesario el trabajo de educación postural y el desarrollo de la consciencia corporal, con el fin de que el paciente logre detectar y solucionar sus hábitos posturales problemáticos.

En estos casos, la terapia manual tampoco logra solucionar las contracturas a largo plazo, ya que al igual que los métodos anteriores, no soluciona la causa origen. Sin embargo, tiene la ventaja de asistir al desarrollo de la consciencia corporal gracias a las características del estímulo producido y la presión ejercida.

Las técnicas manuales pueden usarse para dirigir la atención del paciente hacia los diferentes tejidos del aparato locomotor, identificando y diferenciando las tensiones y alteraciones, logrando progresivamente una noción intuitiva del estado fisiológico del cuerpo, y por lo tanto de la aparición de cualquier alteración o disfunción corporal.

Puntos de dolor o puntos gatillo

Como vimos anteriormente, hay ciertas zonas del cuerpo donde las contracturas son persistentes, dado que están predipuestas a:

  • Flujo sanguíneo disminuido: facilita la acumulación de sustancias algogénicas, también llamadas sustancias del dolor
  • Menor umbral de dolor: aumenta la percepción de dolor comparado a otras partes del cuerpo
  • Acumulación de tensión muscular: dada por su localización

Puntos gatillo es también el nombre que se le da a una de las técnicas de terapia manual más efectivas en el tratamiento de estas zonas y de las contracturas en general. La técnica consiste en detectar los sitios de mayor dolor y tensión y presionar de forma sostenida sobre los mismos (normalmente con los dedos) hasta que el dolor ceda o disminuya. Al remover la presión la contractura suele haberse resuelto.

Su funcionamiento se debe a la forma en que actúa sobre los factores de formación de la contractura. Los canales sensitivos solo pueden enviar una señal a la vez: dolor o presión. La presión tiene prioridad sobre el dolor, por lo que si se presiona un área de manera sostenida, la percepción de dolor será remplazada progresivamente por la percepción de presión, disminuyendo el dolor del área afectada.

Además, la presión sostenida ayuda a que la musculatura se relaje, contribuyendo a solucionar la contractura.

Por último, al presionar sobre una zona, se disminuye su irrigación sanguínea, creando una acumulación de sangre contra la barrera (en éste caso, el dedo). Al remover este obstáculo, la sangre acumulada aumentará momentáneamente el flujo sanguíneo de manera drástica, barriendo con las sustancias del dolor.

Al actuar sobre todos los factores causantes de la contractura, usualmente este método logra resolverla de manera inmediata, siendo menos efectivo cuanto mayor sea la edad y profundidad de la contractura. Por esto es muy recomendable su utilización, más aún cuando las demás técnicas de relajación y analgesia no hayan producido resultados satisfactorios.

Una vez restaurada la sensibilidad y musculatura a sus estados fisiológicos, se puede comenzar con el desarrollo de la consciencia corporal y el análisis postural.