Es llamativa la frecuencia con la que los potenciales pacientes del sistema de salud son reacios a buscar atención en las instituciones médicas, prefiriendo ocasionalmente tratamientos de medicina complementaria, incluso cuando la evidencia científica favorece a la medicina moderna.
En las últimas décadas, ha ocurrido un cambio respecto a la forma en la que la medicina moderna percibe a las prácticas de las medicinas tradicionales.
Dado que el desarrollo científico debe sobreponerse constantemente a las supersticiones y creencias, es comprensible que al intentar establecer los métodos actuales, se diera una resistencia en ocasiones excesiva a contemplar los métodos previos que fueron desarrollados a través de la experiencia subjetiva, y no en base a la evidencia.
Ahora, siglos después, la situación estable de la medicina moderna predispone a los investigadores a tener curiosidad respecto a los méritos de los métodos tradicionales.
La experiencia terapéutica, independiente del resultado
Una de las características más notorias por las que los pacientes suelen inclinarse por los tratamientos complementarios, es que éstos provocan una experiencia terapéutica más amigable.
Cuando se intenta establecer una cultura de consulta periódica en pacientes, con fines preventivos, uno de los motivos que genera dificultades es el hecho de que los pacientes suelen percibir su interacción con el sistema de salud como algo estresante o que genera rechazo.
La atención de salud requiere espacios amplios y vacíos, con iluminación fría e higienización constante. Esto genera lugares poco acogedores y con olores químicos no agradables. Mientras que en muchos lugares de un hospital o clínica es inevitable que los espacios tengan estas características, existen otros, por ejemplo un consultorio particular o una sala de atención de policlínica, donde sería beneficioso para la experiencia del paciente decorar y aromatizar el espacio de manera acogedora, como es usual en los consultorios de medicina tradicional oriental.
Buscar un equilibrio entre lo funcional y lo emocional del espacio puede por lo tanto reducir la experiencia negativa del paciente.
El aspecto social
Otro factor a tener en cuenta es la distancia social en la relación paciente-equipo de salud. Aunque la distancia profesional es una parte fundamental del trabajo, si ésta es demasiado evidente para el paciente, puede generar incomodidad e incluso desconfianza, lo que dificultará la comunicación y por lo tanto el éxito del tratamiento.
Efecto en la prevención
Al convertir al proceso de consulta y/o tratamiento en una situación más agradable y llevadera, aumentan las posibilidades de que el paciente decida consultar de manera temprana y frecuente, evitando las posibles complicaciones de cuadros clínicos sin evaluar y de esta manera aumentando su calidad de vida y haciendo más eficiente el uso de los recursos del sistema de salud.